Entre morir y no morir
imaginé un lóbrego bulevar,
empapado de las lágrimas de un adiós,
y pletórico de recuerdos indelebles.
Recordé nuestras inocuas sonrisas
atrapándose tras aquellas estrellas,
y tú envolvente fragancia
reteniendo mis locuelos labios.
...
miércoles, 28 de octubre de 2015
jueves, 15 de octubre de 2015
Metamorfosis
Hay personas que dicen que no cambiamos, que pueden pasar días, meses o años y seguimos igual, que seguimos teniendo las mismas ideas alocadas, que somos buenos, o malos, peligrosos o desconfiados. Pero yo digo que no.
Las personas estamos en constante cambio siempre. Desde que nacemos hasta que morimos.
Todas las cosas que vivimos nos condicionan, nos cambian, nos hacen pensar de distintas maneras. Conocer a gente nueva, caer en la droga más fuerte, hablar con una anciana... nos abre la mente, nos enseña aquellos horizontes a los que no siempre podemos llegar desde nuestra perspectiva, aquellos lugares en los que necesitamos un empujón para llegar.
Las experiencias personales. La muerte, la enfermedad, el olvido, la alegría, el miedo, la vergüenza... crean esa "película" que nos define, aquella que nos hace reaccionar de distintas maneras según la situación.
Y lo único que verdaderamente nunca cambia de las personas es su esencia, aquella que puede que no hayan descubierto aún o estén desarrollando.
Y pongo un ejemplo, una persona que durante su juventud ha sido considerada mala por la sociedad, no tiene por que serlo siempre. A lo largo de los años le han ocurrido cosas que le han hecho darse cuenta de sus actos, de valorar si eso es lo que verdaderamente le definía. Y ha visto que no, que esa vida no es la que quería, que esas personas a las que llamaba amigos no lo eran en realidad, que lo que a esa persona le gusta es hacer sentir bien a la gente que le rodea. Su esencia puede que no cambie porque haya estado escondida siempre, o simplemente porque la haya madurado. Pero esa persona ha cambiado, su entorno en todos los sentidos, las expectativas que tiene ahora en su vida, su trato hacia los demás, sus aficiones, sus objetivos. Y puede que esa persona a la que considerabas " un peligro para la sociedad" se haya transformado "en esa tan simpática que siempre te sirve el café con una sonrisa".
Por lo tanto, no dejéis de creer en los cambios. La vida se merece varias segundas oportunidades.
Las personas estamos en constante cambio siempre. Desde que nacemos hasta que morimos.
Todas las cosas que vivimos nos condicionan, nos cambian, nos hacen pensar de distintas maneras. Conocer a gente nueva, caer en la droga más fuerte, hablar con una anciana... nos abre la mente, nos enseña aquellos horizontes a los que no siempre podemos llegar desde nuestra perspectiva, aquellos lugares en los que necesitamos un empujón para llegar.
Las experiencias personales. La muerte, la enfermedad, el olvido, la alegría, el miedo, la vergüenza... crean esa "película" que nos define, aquella que nos hace reaccionar de distintas maneras según la situación.
Y lo único que verdaderamente nunca cambia de las personas es su esencia, aquella que puede que no hayan descubierto aún o estén desarrollando.
Y pongo un ejemplo, una persona que durante su juventud ha sido considerada mala por la sociedad, no tiene por que serlo siempre. A lo largo de los años le han ocurrido cosas que le han hecho darse cuenta de sus actos, de valorar si eso es lo que verdaderamente le definía. Y ha visto que no, que esa vida no es la que quería, que esas personas a las que llamaba amigos no lo eran en realidad, que lo que a esa persona le gusta es hacer sentir bien a la gente que le rodea. Su esencia puede que no cambie porque haya estado escondida siempre, o simplemente porque la haya madurado. Pero esa persona ha cambiado, su entorno en todos los sentidos, las expectativas que tiene ahora en su vida, su trato hacia los demás, sus aficiones, sus objetivos. Y puede que esa persona a la que considerabas " un peligro para la sociedad" se haya transformado "en esa tan simpática que siempre te sirve el café con una sonrisa".
Por lo tanto, no dejéis de creer en los cambios. La vida se merece varias segundas oportunidades.
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