miércoles, 21 de diciembre de 2016

Carta al Amor

Querido Amor,

Permíteme que te escriba esta carta, contándote mis miedos y mis ilusiones.

Llevaba tiempo queriendo escribirte, porque quería decirte lo mucho que te aprecio y te valoro. Y también quería demostrarte lo que significas para mí. Lo que siento cuando te tengo dentro, y a lo que intento aspirar, para tenerte cerca.

En primer lugar, quiero que sepas que creo en ti, porque creo que las personas estamos hechas de amor.
Tal vez te suene ridículo, pero tú y yo sabemos que en el fondo no solo somos células y agua. ¡Más quisieran los animales!
Somos mucho más que eso. Somos personas. Personas con ideas, con sentimientos, con ilusiones, con emociones, y sobretodo, con muchas ganas de sentirnos bien. Por eso creo que hay amor en todas las sociedades, y en todos los ecosistemas, no solo en la vida humana, sino también en la naturaleza.

A si que dicho esto, otra vez, podemos volver a la pregunta que me asalta siempre: ¿Qué eres Amor? Pues estamos en las mismas, dependerá de cada persona, de cada mundo. Sí, cada mundo, porque lamentablemente nuestro "mundo" está dividido en otros muchos, mejores y peores. Y, dependerá a su vez de nuestras creencias e ideales, tal vez religiosas, espirituales o culturales...

Y amigo mío, igual esto no lo piense nadie, aunque seguro que alguien habrá, también defiendo que el amor no entiende ni de géneros, ni de dinero, ni de religiones, ni de nada de eso.
Y te pondré un ejemplo de porque creo en esto. Los niños. Deben de ser las personitas más adorables y sinceras que verás nunca.
Si comparas a los niños de diferentes partes del planeta en sus primeros años, verás que no hay diferencias respecto a comportamientos humanos. Somos cariñosos y bondadosos.

Y ahora me dirás que menuda locura, que los niños no son así realmente.

¡Pero estás equivocado! Sí lo son, los niños, siempre hemos sido y seremos así.
Y claro, me preguntarás, qué entonces como es posible que esos niños se conviertan luego en personas "malas", que cometen delitos, que son maleducadas, odiosas...
Pues te diré amor, que esto ocurre por culpa de los que nos rodean en ese momento. Ocurre por la maldad y la violencia que vemos todos los días ante nuestros ojos. Ocurre ante tú falta. Ante la existencia de un mundo mejor e inalcanzable, ante la idea de la perfección...

Pero bueno, que nos desviamos Amor, continuaré con el motivo de esta carta.
Quería decirte que tengo miedo de este mundo. Porque cada día veo más penurias y menos valentía.
Y temo a la extinción de la sociedad tal como la conocemos, porque las personas no sepamos apreciarte como te mereces.  Es mi mayor miedo, que las personas no te reconozcamos cuando más estés presente.

...

Y es que aunque no lo creamos, siempre estás a nuestra vera.
Tristemente, muchas veces no sabemos verte o apreciarte.
Y además, aún no sé por qué siempre te asociamos solo a las relaciones de pareja, pero es que eso es una ¡tontería!. Estás allí dónde te queramos tener. En las relaciones de amistad, en nuestras familias, en las personas que nos rodean, nos conozcan o no, estás también en esos atardeceres desde el banco de al lado de casa, en los aromas, en las sonrisas, y sobretodo, y el que creo que algunos menos valoran, es que estás siempre dentro de nosotros mismos, el amor por nosotros mismos. ¡Y qué fantástico que eres Amor!. Estoy encantada de poder contar contigo siempre, y más aún de poder compartirte.

Ojalá pudieran llegar a conocerte todos en este mundo, porque muchas cosas cambiarían a mejor.
¡Tal vez sería un sueño demasiado idílico! Pero ya lo dice el refrán, que soñar es gratis. A si que, ¡Qué mejor objetivo de vida hay, que seguir soñando con esa idílica idea!. Y no solo eso. Mejor qué eso es compartirte hasta que me muera.
Se van a enamorar tanto, que ya no van a saber cómo volver a vivir sin ti.

Así pues querido Amor, me despido de ti.

Espero que la carta te agrade, pero sobretodo, ¡No dejes de escribirme nunca!

Con mucho cariño,

María Sanjuanbenito Sanagustín.