He de decir, que siento la necesidad de agradecerle a la vida las casualidades.
Presagio, que no siempre nos damos cuenta de la suerte que tenemos.
Que desaprovechamos la esencia de lo que realmente nos rodea, de las personas que nos cruzamos en nuestro largo camino, que tan sólo nos hayan mirado una vez en la vida... o del conmovedor canto de los niños desdeñando su alegría, las sonrisas musitadas entre las masas del vagón del olvido, los ademanes de jóvenes a mayores, las caricias de aquellos ajenos a nuestros círculos...
Creo, que las casualidades ocurren por algo, sin tener que ver con la fe, ni con la suerte, ni con el destino. No lo entiendo como algo que provenga de un ente superior o de una creencia dogmática.
Para mi las casualidades son hechos reales, son sensaciones, recuerdos, oportunidades, son elementos perceptibles que vivimos cada segundo.
La casualidad es la simultaneidad y la coexistencia de dos sustancias en un mismo momento.
Es algo que determinamos, porque nosotros encauzamos el cariz de nuestros pasos, porque nosotros somos los que tomamos las decisiones que nos llevarán hasta un determinado lugar. Pero, la casualidad, es aquello que proporciona la eventualidad y que da inicio a situaciones particulares que podrían no haberse dado nunca sin ella.
La casualidad es la simultaneidad y la coexistencia de dos sustancias en un mismo momento.
Es algo que determinamos, porque nosotros encauzamos el cariz de nuestros pasos, porque nosotros somos los que tomamos las decisiones que nos llevarán hasta un determinado lugar. Pero, la casualidad, es aquello que proporciona la eventualidad y que da inicio a situaciones particulares que podrían no haberse dado nunca sin ella.
Firmado,
una escritora en proyecto.
María Sanjuanbenito Sanagustín
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